No debemos abrir lo que sentimos a gente sin implicación emocional recíproca
Dedicado a todos nosotros, vos y yo, los que sufrimos y no gozamos el encierro desde el día uno.
En la vida de los que elegimos las relaciones libres a veces aparece un problema. Te gusta de verdad en un momento otra persona. Ya no sólo como pareja de encuentros casuales, sino como alguien con quien querés compartir cosas y tiempo. Se empiezan a hacer sacrificios personales, pero la otra no reacciona del todo y, en lugar de apartarte amable o brutalmente, te habilita un poco más de tiempo y espacio.
Cuando uno ya cayó en la trampa ocasionada por su propia persona, no tiene a nadie más que culpar que al que ve en el espejo. El aislamiento, como el de las cuarentenas, nos hace vulnerables. Nos volvemos dependientes de tener acercamiento y contacto. Y podés terminar enganchado con alguien a quien sólo le importás de una manera superficial. Por eso necesitamos nuestros espacios sociales de recreación, estudio y desenvolvimiento personal; si perdemos eso parte de nuestra vida es mutilada. Sólo los millennials tardíos y centennials pueden llegar a "disfrutar" el encierro a la vida virtual. Nuestros espacios sociales nos dan la oportunidad de relacionarnos e implicarnos de diferentes modos. Salir a la calle y convivir con la masa citadina nos hace notar lo pequeño e insignificantes que somos.
El rey de un mundo de insectos al ver al elefante comprende que él sólo es una parte más de un cosmos de vidas inabarcable; ese pensamiento en vez de aterrarlo lo reconforta. Piensa que su reino de insectos es sólo un pequeño espacio en un sinfín de otros espacios. Espacios donde viven otros reyes de insectos, reinos de animales carnívoros, reinos de aves. Imagínate si todos estos reinos fueran familias. Y que dentro de esa concepción de familias hubiera espacio para todo tipo de construcción de grupos: grupos de varios integrantes e incluso grupos de una sola persona. Dentro de los grupos de una sola persona estoy yo. Soy feliz estando solo: a veces me relaciono un poco con alguna mujer de otro grupo unicelular o no, depende de la otra. Yo voy la paso bien, y me alejo, contribuyo como un insecto productivo para mi colonia. Obtengo lo que me gané y lo invierto en lo que se me antoja, lo que incluye facilitarme más posibilidades de relación con otra de manera rápida y fácil.
No hacer lo que expliqué al final del tercer párrafo, puede hacerte a la larga desconfiar de tus convicciones, porque crees que existe la posibilidad de convivencia (mínima más no sea) en un grupo no-unicelular. Y para el que se adaptó a vivir con valores propios, el creer en las relaciones duraderas (que no sabe manejar), lo puede llevar a la autodestrucción. Yo debo vivir sólo, tener mucho sexo ocasional cuando sea posible, pero no caer en la trampa. Y si no existe otra cosa para compartir entre los dos que no sea eso, por algo será. No todo lo que pasa tiene que estar marcado por una significación enorme. No tiene gran valor como símbolo porque la vida humana es breve, dura y muy mala de a ratos. Para qué auto someterse a que hieran tus sentimientos por amor. Eso es estúpido, pero a veces somos más estúpidos de lo que nos cuesta reconocer.
Al hacerte dependiente de alguien podés terminar lastimando tu ego, al que le debés tu vida, porque más allá de un desvaloración eventual que debemos tener, nadie debería cuestionarse a sí mismo por cómo eligió vivir. Ni forzarse a adaptar conductas que no le gustan sólo para pasar un tiempo como alguien. El que nació o se nutrió de la vida llevando cierto tipo de conducta debe abrazarla cómo una madre a sus hijos. No hay que esconder nuestras actitudes incomodas a los demás sólo para agradar.
Al final, puede uno darse cuenta que, el forzarse a actuar como alguien que no es, sirvió de nada. Porque ella puede estar viendo lo que haces y ver cómo intentás desarrollar ese personaje de tipo amable cuando en realidad no ves necesario cambiar todo tu ropaje de vida. La otra puede mostrar amabilidad pero, si vos empezaste la relación forzando cambios en vos todo el tiempo, a la larga vas a recibir más y más apatía porque la vas a aburrir más rápido de lo creíble. Prefiero deslizar una frase atroz mía ,como las que aparecen en estos textos de manera seguida, a fingirme amable por ejemplo ante los que viven amoldados a la confesión cristiana. Y si nunca tendré nada duradero con nadie por ser como soy, mala suerte. O quizás no tan mala, porque sé que hice el esfuerzo y todo me demostró que no debía engañarme a mí mismo.
Soy Mauro, sigo acá, vivo por un tiempo más en este encierro sanitario nacional. Estoy peleando con mi vida frágil y destrozable, para poder ver el final de la luz de esto. Recuperar parte de mi vida, armarme quizás otra labor más redituable y enriquecedora en el futuro. No voy a contagiar a nadie, ni incitar tampoco a que alguien sea como yo. Si no quieren amar su libertad, y esperar el paso del reloj de arena mientras los granos de arena de su vida se deslizan entre sus manos, háganlo. Yo voy a intentar mantenerme vivo y lo más sano posible para el día en que todo esto termine. Si no lo logró y, muero literalmente, sé que hice lo mejor que pude. Pelee y sufrí, pero como si fuera un héroe malhecho y con defectos enormes en la tradición Marveliana, moriré en paz por al menos haberlo intentado. Fui Mauro, lo pongo también, por si el fracaso llega, que su arribo no sea sorpresivo.
21-9-2020