Insidious
Hubo en la historia del cine una película magnánima que conjugó de manera insuperable el Drama y el Terror; se llamó El exorcista, a sus cuarenta años, no hay un FX, ni nada que denote añejamiento de ese que pone feos a los films con el paso de los años. Hace nada, un par de añitos, un pibito, fanático del género el loco, luego de unos muy buenos pasos en el Horror y el Thriller se mandó una película de digamos "Poltergeist" de su madre; se llamó Insidious (malignamente rebautizada La noche del demonio acá). Lo brillante de la puesta en escena de esta obra y con la que establezco un paralelo con El exorcista es que ni un segundo ambas creaciones caen en lo inverosímil, no tienen relleno y no dejan en evidencia las muchas jornadas de filmación, errores que a veces deja ver la edición y que pueden llevar a una película a verla como trozos pegados. Estos mundos son reales y autocontenidos, nada dentro de ellos es falso en su propio contexto. Para hacer cine hay que creer en lo que uno hace; le pasó a Friedkin, le pasó a Wan. Insidious no es un drama del estilo clásico como esa gema de hace cuatro décadas que mencioné. Pero gracias a golpes de efecto geniales, buenas actuaciones y un conjunto en general más que satisfactorio, uno nunca deja de sentir que acaba de entrar a un mundo donde las leyes racionales que rigen nuestras vidas han sido violadas, destrozadas por las fuerzas demoníacas. No hay un segundo flojo en Insidious (más allá de que te guste o no el demonio del título argento y cómo se ve). Todo esto para decir que espero mucho de la nueva Insidious 2, que veré esta tarde.