No, Nolan.
Soy de los que encuentran tilinga la separación entre directores comerciales y “autores”, a pesar de que reconozco que existen realizadores más preocupados en expresar su visión creativa a todo costo y otros que toman esta profesión más como justamente una profesión, que les permite llevar el pan diario a casa. Soy de la opinión que Christopher Nolan se ubica en un espectro intermedio entre ambos tipos de cineasta. Sus inicios en el cine “indie” lo propulsaron a dirigir producciones de presupuesto más decente y a interpretes como Pacino y luego de esto llegó la tentadora propuesta de hacer “casi” lo que se la cantara con Batman, o mejor dicho resucitar la franquicia del murciélago bajo la atenta mirada de los capos de WB/DC Comics con la premisa de darle nuevos y modernos aires al alicaído murciélago luego de el sufrido pasar del personaje en los años noventa.
En 2005 se estrena Batman Begins (vaya título horrible, obvio y sin gracia alguna), una muy buena película, esperada en su momento por quien escribe ya que él siempre recordó con afecto al creador de la magnífica “Memento”. Vale la pena hacer este juicio: El Batman “oscuro” no es más auténtico que el Batman “camp”, etc. En las décadas que han pasado desde su primer aparición en el comic todos han sido representativos en épocas diferentes de lo que la compañía dueña del personaje postuló como la encarnación definitiva del producto de consumo llamado “Batman”. Y en Begins vemos a un justiciero urbano moderno que hace de las suyas en una Gotham que puede ser cualquier gran urbe americana actual. Hay cierto apego desde lo formal al cine de Michael Mann y en lo mitológico del personaje a lo que se ha venido plasmando en las diferentes colecciones desde mediados de los ochenta hasta estos días. Potenciado por un gran elenco, Nolan hace pochocho del bueno y saludable, hermanando al cliché agradable con un livianísimo pero interesante análisis de las motivaciones del caballero oscuro. Los cimientos sobre los que el realizador y su equipo crearían “la versión definitiva” de Batman en Cine están aquí.
The Dark Knight, la segunda entrada en la trilogía es una película extraña. Encierra dentro de sí misma un engaño que con el tiempo impregna el discurso de más de un desprevenido espectador que propalará cosas como que la película es “adulta”. No, no lo es. Es una película juvenil donde aparecen gangsters, violencia sublimada aunque no excesivamente explicita y personajes “border”. Pero esto no la vuelve adulta. Miren sino los mangas que en Japón se consideran “juveniles”, o algunos de los comics de Batman actuales y preguntenle a sus editores cuál es el target de lectores al que apuntan. Ni el famoso hiper-realismo aplicado a un personaje que es ciertamente inverosímil (como tanto otros) fuera del mundo de la tinta china y el lápiz son signos de una adultez adquirida antes de tiempo. Con un conflicto bien planteado, y sin estar exenta de ciertos tropezones que el director acarreará hasta el final de la saga (el mayor su incapacidad de sorprender con las escenas de acción); TDK es una película genial. La labor del director sobre los actores es casi imperceptible, los que son virtuosos (Ledger, Caine, Oldman) no lo son por la dirección de Nolan sino por su propia naturaleza, el resto cumple más que dignamente, lo que confirma la teoría de un director de actores casi ausente en su labor.
Bien, si Nolan no se destaca por su dirección de actores, ¿en qué se destaca? En casi todo el resto de aspectos que forman la labor artesanal de un director. Es absurdamente consciente de que iluminación favorece ciertos estados emocionales, sabe plantear a su editor que ritmo debe tener un película para que cree tensión y ansiedad por descubrir “la parte grande” del cuadro que está pintando. La lucidez lo acompaña desde el momento en que decide no apartarse del molde clásico de realización cinematográfica y forma un puzzle a veces asombroso con música, luces, imágenes, actuaciones. Cine puro, eso es The Dark Knight. Y no puede filmar una buena pelea ni aunque tuviera a Jackie Chan, nobleza obliga.
Ahora, The Dark Knight Rises, son cinco centavos aparte. La última parte del tríptico creado por Nolan es una película despareja, eso si queremos ser amables con ella. Nolan nos invita a la indulgencia con sus errores, en algún momentos de su filmografía termina en exabruptos (Insomnia) y en esos momentos Nolan es demasiado Nolan. No puede contenerse a sí mismo, ni a las locuras ultrafascistas pergeñadas. También se pierde la dimensión humana del personaje icónico, y todo parece estar justificado en ese carácter que es más un cualidad totémica de Batman y que lo vuelve intocable ante el ojo del fan: Batman no es humano, es un símbolo que representa la lucha por la justicia, la venganza, llene Ud. el espacio en blanco. De este modo el personaje aparece como un ser que puede recuperarse casi mágicamente de situaciones extremas, y el hiper-realismo, queda vejado y estropeado, pobrecito de él. Pensar que TDKR no es juvenil ya quedó anulado lineas más arriba, ahora vemos que además es un blockbuster de verano (nuestro invierno) donde deben lucirse los FX y otra falsa percepción sobre esta saga cae. La película busca involucrar a espectadores desde 8 años en adelante, la espectacularidad de la explosión y los vehículos de Batman nos revelan el verdadero carácter de TDKR, que muchos niegan, al pedo. Sí, porque si TDKR se reconociera a grito pelado como una “película de superhéroes” y no una de “Batman en el mundo real (¿?)” tendría más corazón y alma. Pero el toque Nolanístico nos invita a tomar el lado del director y defenderlo ya que hay momentos logrados, hay grandes actuaciones mano a mano con otras olvidables, y aquí aparece el director de actores fantasma de mano tan sutil que es casi inexistente. Hay plot holes imperdonables, pero también persecuciones que te ponen los pelos del culo de punta; y también hay un héroe frágil que busca reinventarse a sí mismo, lástima que le lleve tanto tiempo y escenas de relleno lograrlo. Es bueno que Nolan se haya apropiado de este viejo murciélago y lo hiciera suyo, sólo que en el proceso perdió espectadores que se preguntaron si el director es un genio o un tipo poco inspirado que sometía a sus espectadores a un metraje demasiado largo al pedo, para demostrar entre otras cosas que él también podía filmar un Batman enamorado. Sí, de este modo tan cursi termino mi reflexión sobre “The Dark Knight Rises”, Nolan y algunas cositas más. Hoy te negamos, cuando saques otra Inception, te alabaremos, así, con crueldad fulminante.